Por Olivier Soumah-Mis Coach cultural, especialista de la cultura Mexicana
La identidad cultural de México
es un mosaico complejo y fascinante, tejido a lo largo de siglos de historia,
conquistas, resistencias y transformaciones. Para entender por qué los
mexicanos son como son, es necesario adentrarse en su pasado, analizar los
procesos psicológicos colectivos y explorar conceptos como la memoria
traumática y disociativa del Mexicano, que han dejado huellas profundas en su
forma de ser.
La conquista española (1519–1521) no fue solo una invasión física, sino un colapso de cosmovisiones. La destrucción de Tenochtitlán y la imposición de un sistema colonial generaron un trauma histórico que permeó la identidad. Según el psicoanalista Ignacio Martín-Baró, los pueblos sometidos desarrollan una memoria traumática que se transmite generacionalmente, manifestándose en desconfianza hacia lo externo y una identidad fragmentada (mestizaje como símbolo de esta dualidad).
La Independencia (1810) y
la Revolución (1910) buscaron sanar estas heridas, pero repitieron patrones
de violencia, reforzando una cultura de resistencia y adaptación. El mexicano,
como escribió Octavio Paz en El laberinto de la soledad, carga con un
"complexo de orfandad": una sensación de no pertenecer del todo a sus
raíces indígenas ni al proyecto europeo.
La herencia histórica: un
legado de contrastes
La Independencia de México y la
Revolución Mexicana fueron intentos de redefinir la nación y recuperar una
identidad propia. Sin embargo, estos procesos también estuvieron llenos de
conflictos internos, traiciones y luchas de poder, lo que reforzó una sensación
de desconfianza hacia las autoridades y una tendencia a la resiliencia como
mecanismo de supervivencia.
Memoria traumática y
disociativa: el peso del pasado
En el caso de México, esta
memoria se manifiesta en una dualidad constante: por un lado, hay un orgullo
profundo por las raíces indígenas y la riqueza cultural; por otro, existe una
internalización de la inferioridad impuesta durante la colonización y un rechazo de la parte indígena del mestizo mexicano. Esta
dualidad puede llevar a lo que en psicosociología se conoce como disociación,
un mecanismo de defensa que permite a las personas o grupos separarse
mentalmente de experiencias demasiado dolorosas para procesarlas de manera
consciente.
Otro ejemplo, el humor mexicano,
conocido por su ingenio y sarcasmo, puede interpretarse como una forma de
disociación. A través del chiste y la burla, los mexicanos han encontrado una
manera de lidiar con la adversidad y el dolor, transformando lo trágico en algo
manejable e incluso divertido.
Ante el dolor acumulado por
eventos históricos, la psique colectiva ha desarrollado mecanismos de defensa:
Disociación: Separar
emociones de experiencias traumáticas para sobrevivir. Ejemplos:
El humor negro (como los albures o calaveritas literarias) convierte lo trágico en risa, un recurso psicosocial para manejar la impotencia.
El fatalismo ("ni
modo, así es la vida, si dios quiere") refleja una internalización de la
incertidumbre histórica.
Rituales como catarsis: El
Día de Muertos no solo honra a los difuntos, sino que permite dialogar
simbólicamente con la muerte, domesticando el miedo mediante la celebración.
En realidad el Mexicano no es blanco o negro, es blanco Y negro y no hay grises, todo es extremo en México. Lo bueno como lo malo.
La familia y la comunidad: refugio emocional
En el ámbito psicosocial, la familia y la comunidad juegan un papel central en la cultura mexicana.Ante un pasado lleno de
incertidumbre y violencia, la familia se convirtió en un refugio emocional y un
espacio de resistencia. Los lazos familiares son extremadamente fuertes, y la
lealtad hacia los seres queridos es un valor fundamental. Pero la personalidad
dual del Mexicano hace que tienen lazos familiares fuerte, con su esposa por
ejemplo, pero al mismo tiempo la pueden engañar fácilmente.
Los lazos fuertes con los seres
queridos se reflejan en celebraciones como el Día de Muertos, donde se honra a
los antepasados y se mantiene viva la conexión con quienes ya no están.
Además, el sentido de comunidad
es clave para entender la identidad mexicana. Fiestas, tradiciones y rituales
colectivos son espacios donde se refuerzan los vínculos sociales y se reafirma
la pertenencia a un grupo. Estas prácticas no solo son una forma de preservar
la cultura, sino también de enfrentar la adversidad de manera colectiva.
La familia y el barrio
funcionan como redes de contención emocional. En un país con instituciones públicas
débiles, la solidaridad comunitaria sustituye al Estado. Esto explica fenómenos
como:
Fe religiosa sincrética:
El culto a la Virgen de Guadalupe fusiona símbolos católicos con la diosa
Tonantzin, creando un espacio espiritual de reconciliación.
Arte como terapia social:
Muralistas como Rivera o Siqueiros usaron el arte para reprocesar la violencia
revolucionaria, convirtiendo el trauma en narrativa nacional.
Resiliencia y creatividad: la
fuerza de lo mexicano
Hoy, fenómenos como la migración
o la guerra contra el narcotráfico reactivan viejos traumas. La desaparición
forzada, por ejemplo, evoca la pérdida masiva de la Conquista, generando una
memoria disociativa donde el dolor se silencia pero no desaparece. Sin embargo,
movimientos como el de Ayotzinapa muestran una resiliencia activa: la sociedad
exige justicia, rechazando la herencia de impunidad.
En conclusión, la identidad cultural de los mexicanos es el resultado de un proceso histórico lleno de contrastes, traumas y superaciones. La memoria traumática y disociativa han influido en su forma de relacionarse con el pasado y el presente, pero también han dado lugar a una cultura rica, diversa y llena de matices. A través de la familia, la comunidad y la creatividad, los mexicanos han encontrado maneras de “sanar” y celebrar su historia, construyendo una identidad única en el mundo.
Si les podía explicar en una
frase como son los Mexicanos más allá de las apariencias, no encontraría nada
mejor que el título de la famosa obra de Octavio Paz: “El laberinto de la
soledad”. Ese título lo dice todo y es una verdadera obra de Arte.
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